jueves, 5 de enero de 2012

Estrenando espacio con la princesa Xipahuatzin


Publicada en la Revista Cultural de mexicanos en Barcelona.

Mi amiga Martha, encontró un artículo sobre una princesa azteca en el pirineo catalán,  le pareció una historia que me gustaría mucho y me la regaló para estrenar el 2012. Y la verdad es que después de ahondar en ella por muchos sitios, he concluido que Martha me ha hecho un gran regalo y esa historia resultó ser muy interesante de contar. He pasado una tarde fabulosa rascando sobre ella y sentí el impulso de venir a contarla. La princesa en cuestión es descendiente de Moctezuma, quien la llamó Xipahuatzin, y según numerosas fuentes, abandonó su querida tierra junto a sus dos hermanos, cumpliendo los deseos de Moctezuma quien pidió a Cortés que se los llevara a España para salvarlos de la muerte. 
Cuenta la leyenda que un tal barón Joan de Grau, procedente de Toloriu, que es un pequeño pueblo perdido en los Pirineos, en el Alto Urgel, se embarcó con Hernán Cortés hacia el Nuevo Mundo, y fue el encargado de atender, o quizá vigilar, a los hijos de Moctezuma en su partida a España. El barón Joan Grau, se tomó muy a pecho la encomienda, tan a pecho que el corazón le dio un vuelco cuando conoció a la princesa Xipahuatzin y quedó totalmente prendado de ella. Incapaz de pronunciar su nombre o siquiera de intentarlo, Joan la llamó María, y quizá otras muchas cosas más, pero de ello no tenemos constancia. Como tampoco se sabe si se casó con ella o sólo se "arrejuntó". El caso es que la princesa María heredera de Moctezuma, acabó viviendo con Joan Grau en aquel pueblo perdido, se dice que más bien malvivió, pues estando acostumbrada a la vida "sabrosa" de Tenochtitlan, como bien apunta en un artículo Jordi Soler,  hallarse con todos sus huesos en el frío, friísimo pueblo de piedra medieval y lejos de su querida tierra, era algo que probablemente la mantendría sumida en una nostálgica tristeza. La princesa tuvo un hijo, quien portaba el ostentoso nombre de Juan Pedro de Grau y Moctezuma, barón de Toloriu y emperador legítimo de México, dando comienzo a una serie de enredos que perduran hasta nuestros días. La historia se pone más interesante, sobre todo para los grandes buscadores de mitos y tesoros, pues se cuenta que la princesa Xipahuatzin, llamada Chipaguazin por los actuales pobladores de Toloriu, traía consigo parte del tesoro de su padre y que tuvo a bien esconderlo antes de morir en 1537. Obviamente no se sabe dónde escondió tan preciado botín pero se dice que quizá lo haya hecho en una casa de campo cerca del antiguo camino del Querforadat, propiedad del barón, y hay quienes estipulan que en la parroquia de Toloriu.
Mucha gente se ha dedicado a lo largo de los años a buscar ese tesoro, una tarea que ha sido bastante infructuosa, por cierto. Unos alemanes antes de la guerra civil se armaron de picos y palas y compraron en 1934 tierras situadas entre aquélla casa de campo y el Querforadat, pero no encontraron nada.
En 1936, por desgracia, la tumba de la princesa fue destruida y saqueada y de ella no queda nada. Tenía una inscripción en la lápida que decía "Aquí yace la princesa María de Moctezuma Miaguachuchil hija del emperador Diego I Moctezuma de México, mujer del honorable Juan Grau, que Dios perdone. A los diez días andados de enero de mil quinientos treinta y siete". En la parroquia de Toloriu se conserva esta otra placa en francés, dedicada a su memoria y colocada en 1956.



Por tanto, tenemos ante nuestros ojos un precioso mito, una princesa azteca catalana, que no volvió nunca a su añorada tierra, que murió dejando oculto un gran tesoro en el pirineo catalán y dejó a un hijo, un legítimo heredero de Moctezuma. Es un mito que hasta nuestros días sigue teniendo vigencia, pues la tentación de buscar ese botín siempre encontrará buen puerto en alguna persona ávida de aventuras con tesoros por descubrir. Y nos queda  además la otra historia, bien tejida por el supuesto heredero, que incluye estafas, venta de títulos nobiliarios y una graciosa huida a Andorra, pero eso ya será parte de otro artículo.

1 comentario:

  1. Preciosa historia que quizás tubo continuidad en el olvidado pueblecito de Bovera. Arrinconado en un fértil valle creado por la depresión del ebro, Bovera es una de las poblaciones que está más al sur de la provincia de Lleida; protegida por el Montsant a una banda y por los Puertos a la otra (aunque un poco más distantes), le han otorgado una escasa pluviometria, pasando de ser el lugar destinado a guardar las vacas al cultivo de secano, donde se producen aceites de extraordinaria calidad o almendras ideales para la repostería catalana, sin embargo, la estructura de la Casa Rué, se construyó sobre unos cimientos con forma piramidal escalonada propia de la península de yucatán. El altiplano de La Granadella debió ser un lugar casi olvidado tras la expulsión/conversión morisca, de manera que grupos de "nouvinguts" de las américas encontraron en estas tierras el lugar donde empezar....... en la próxima recogida de las almendras, tendrás la oportunidad de investigar más sobre este apasionante tema....... y mucho me temo que ambos casos están muy ligados....., besos y felicidades por esta bonita historia....
    Joan.

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